Sharon Tate
fue asesinada en 1969. A partir de ese momento su figura comenzó a
relacionarse con situaciones sórdidas que han atraído el morbo de mucha
gente. Esta película de Daniel Farrands es uno de los últimos intentos
por sacar provecho del asesinato de la actriz norteamericana acaecido en
circunstancias trágicas.
Siempre me ha parecido una pérdida de
tiempo hablar de las películas que no me gustan. Sin embargo, si aguanté
estoicamente el tiempo que dura La maldición de Sharon Tate fue
precisamente para poder advertir sobre sus intenciones espurias.
Esta
película usa el nombre y la historia real de Sharon Tate para generar
polémica y así llevar al público a las salas de cine. Utiliza un hecho
doloroso para inventar situaciones que tergiversan la realidad
valiéndose incluso de videos originales de la vida de la actriz.
La
película protagonizada por Hilary Duff en el rol de Sharon Tate es una
cinta de terror que recrea circunstancias imaginadas por Daniel Farrands
en base a los hechos reales que marcaron los últimos días de la que
también fue musa y esposa de Román Polanski.
Es precisamente eso
lo que me genera más indignación: el uso de un hecho trágico de la vida
real para filmar una película donde los inventos y las fantasías están a
la orden del día.
La muerte de Sharon Tate fue espantosa, los
detalles de su asesinato escabrosos. ¿Con qué sentido de la ética Daniel
Farrands no solamente los recrea, también pretende darles un cariz
fantasioso que distorsiona el relato de lo que en realidad ocurrió?
La cinta no
pretende ser rigurosa, por el contrario, inicia un juego de imaginación
sobre lo que el director (y también guionista) supone aconteció ese
día.
Claro que éste añade diálogos grandilocuentes sobre la
trascendencia de la vida, las premoniciones y el destino. Pone a los
personajes (todos asesinados en esa horrenda noche de agosto en 1969) a
divagar sobre el poder de adivinar lo que puede pasarnos. “¿Se puede
cambiar el destino?” Se preguntan a cada segundo los personajes que
obviamente jamás tuvieron la oportunidad de cambiar el suyo en la vida
real.
“Es muy fácil ser entrenador después del partido” se dice
por ahí. Esa frase le va muy bien al señor Farrands quien a la vista de
los hechos conocidos por todos quiere tomar el papel de filósofo o
visionario en su película que juega con el dolor real de las víctimas.
Además
de oportunista, La maldición de Sharon Tate posee una producción
precaria. Como ya mencioné sus diálogos son mediocres y poco
convincentes. Su argumento una calamidad, sobre todo después de la
primera hora del filme, cuando ya comienzas a percibir lo que se viene.
La
actuación de Hilary Duff tampoco ayuda, la joven actriz está floja en
este rol. Ella no añade nada particularmente valioso a la historia.
Siendo un poco frívola también me atrevo a decir que su belleza (porque
Duff es una actriz hermosa) nunca se compara a la de la difunta Sharon
Tate quien realmente era una mujer deslumbrante.
La maldición de
Sharon Tate es uno de los peores bodrios que se han filmado en los
últimos años y una película inmoral y poco ética porque banaliza la
muerte real de un grupo de personas. Lo único que da miedo de esta cinta
son los alcances de algunos realizadores como Farrands para conseguir
notoriedad.
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