jueves, 25 de julio de 2024

El extraño (1946)

 


Acababa de terminar la segunda guerra mundial cuando se estrenaba esta cinta sobre un nazi  que oculta su verdadera personalidad en un pequeño pueblo.

Al momento de su estreno quizás el tema del Holocausto no se había comprendido en su magnitud. Sin embargo, El Extraño de Orson Welles fue la primera cinta (o una de las primeras)  en hablar abiertamente de la tragedia que representó el nazismo.

Más allá de  su  relevancia histórica su planteamiento es universal. A fin de cuentas, extraños somos todos.

Extraño es el vecino que se cruza contigo en el ascensor. Extraño es tu jefe que se esconde en  su oficina para hablar por teléfono. Extraño es tu marido con quien compartes la cama, pero muchas veces no los pensamientos.

¿Qué te ocultan los que te rodean? ¿Cuánto sabes verdaderamente de ellos? Creemos conocer a los demás, pero en algunas ocasiones nos equivocamos. Esa angustia ante la sorpresa de descubrir que el otro no es lo que aparentó es lo que más genera consternación de la película.

La cinta dirigida  y protagonizada por Orson Welles dibuja el retrato de un extraño o más bien de todos. De aquellos que podemos ser debajo del disfraz que le ofrecemos muchas veces a los demás. La cinta utiliza elementos históricos reales (y trágicos) para contar una ficción que guarda muchas similitudes con la realidad incluso con la de nuestros tiempos.

En nuestra época se comenten crímenes en diversos lugares del mundo que generan gran impacto porque afectan la vida de miles. Debido a esto no resulta difícil imaginar en el futuro cercano a los hombres y mujeres culpables de esos crímenes ocultándose como el personaje de Orson Welles. 

El extraño es un ejemplo perfecto de como el buen cine no tiene nada que ver con las tendencias y las modas. Lo moderno no viene dado por el año en que se haya producido una obra. La modernidad y pertinenecia de una película  está relacionada con la forma en que ha sido realizada, con sus ideas, con sus elecciones.

Los planteamientos de El Extraño están tan vigentes que cuando la estamos viendo olvidamos que fue estrenada en 1946,  hace más de 60 años.

Este thriller recorre un camino que no sorprende (en nuestra época ya hemos visto un sinfín de historias similares), pero que  nos  brinda una perspectiva veraz de la psicología de los personajes. 

Éstos se muestran ante el espectador sin las máscaras que le ofrecen a quienes les rodean. Desnudos frente a la cámara podremos evidenciar sus miserias y conflictos interiores. Se manifiestan para ser juzgados bajo nuestra lupa, somos los únicos con el poder de entenderlo todo desde el principio. Tambien de dudar y de sacar nuestras propias  conclusiones.

La cinta no se hace pesada o lenta, más bien podría decirse que es dinámica. La dirección de Orson Wells se asemeja mucho a la de Alfred Hitchcock en películas  como Recuerda (1945) o  La sombra de una duda (1943), cintas  llenas de misterio y tensión hasta el final.

Las actuaciones de Edward G. Robinson, Loretta Young, el propio Wells y el resto del elenco correctas y veraces de principio a fin.

El diablo a todas horas (2020)

 


Desde hace mucho tiempo la religión ha sido utilizada para amparar las peores acciones, para excusarse, para esconder el mal y disfrazarlo. De eso se habla extensamente en El diablo a todas horas (2020), la película de Antonio Campos que cuenta en sus roles protagónicos con Robert Pattinson y Tom Holland.⁣

El largometraje es desde la primera escena y hasta el final (dura más de dos horas) incómodo. Es sórdido y cruel en unos niveles que en un principio no puedes entender e incluso será difícil que le veas sentido.

A partir de la primera hora comienzas a comprender que la película intenta contar una historia (o varias) poco convencional sobre emociones cotidianas. Estos personajes que viven existencias límite no son tan distintos de ti o de mí. Son personas que arrastran un pasado turbio e intentan borrarlo modificando sus conductas, pero en ocasiones solamente consiguen lo contrario.⁣

La cinta cuenta la vida en apariencia tranquila de una familia en Estados Unidos que no logra dejar el pasado atrás. En medio de todo está la religión, la fe, ese elemento tan importante en la vida de la mayoría y que muchas veces en lugar de encender una luz envuelve todo en tinieblas. ⁣

Una fe mal entendida en un mundo donde la ira y la violencia son el pan de cada día puede ser un problema.⁣

La cinta no es fácil de digerir, sin embargo, si tienes un poco de paciencia lograrás entrar en el universo sórdido de sus protagonistas. Un mundo donde no querrás quedarte a vivir por mucho tiempo. ⁣

Aquello que has vivido modifica tu forma de ser y de pensar, también el modo en que te vas comportando, si eres incapaz de racionalizar lo que te ha sucedido terminarás siendo víctima de tus malas experiencias. Esto se dice sin palabras en este relato sobre temas polémicos que aunque forman parte de la vida diaria frecuentemente son ignorados. ⁣

El fanatismo religioso, la imposibilidad de abandonar el pasado, la forma en que éste construye tu destino (si se lo permites) son elementos que están presentes en esta ficción que finalmente consigue atraparte.⁣

Como un cóctel de historias que recuerdan en mucho a las que escribió Raymond Carver, padre de la corriente literaria denominada «Realismo sucio», la película plantea bien el desequilibrio de sus personajes, sus carencias y dolencias psicológicas y espirituales.⁣

Al igual que en las novelas de Carver, la realidad en El diablo a todas horas se expone con detalles y gestos significativos de los personajes que hacen vida en áreas rurales de Estados Unidos. Gente con características particulares que muestran lo más torcido de la naturaleza humana. ⁣

El cine de Alfredo Sadel

 

Alfredo Sadel fue polifacético, cantó música popular, clásica y también hizo películas.

El cantante venezolano tenía estampa de galán y  quizás por eso en la década de los cincuenta filmó varias películas en México.  

Sadel participó en 1951 en Flor del campo de José Giaccardi. Formó parte de una de las primeras cintas realizadas por Raúl “El Ratón” Macías, célebre boxeador azteca. La película llamada El Ratón se estrenó en 1957. También actuó junto a Javier Solís en Tres balas perdidas (1961). Filmó En cada feria un amor (1961) y actuó junto a Miguel Aceves Mejías en Tú y la mentira (1958), El buena suerte (1961) y Martín Santos el Llanero (1962).

Las cintas en las que participó no eran muy elaboradas, aunque gozaron de gran popularidad.

El propio Sadel lo explicaba así: “"en la ciudad de México filmé películas, una tras otra, de esas que llamaban en aquella época churros, ósea películas que se hacían en dos semanas con muy poco argumento y donde no había ninguna calidad y el único objetivo era explotar el mercado centroamericano y mexicano. Ahí intervine con Aceves Mejías, con Javier Solís, Julio Aldama, Evangelina Elizondo y una serie de estrellas mexicanas" (Entrevista de Enrique Bolívar Navas, 1973)

En esos años, en 1958,  también fue contratado por la Metro-Goldwyn-Mayer, aunque finalmente no llegó a filmar ninguna película en Estados Unidos.

Su participación en estas cintas de la llamada época de Oro tuvo mucho que ver, en primer lugar con su carrera como cantante y en segundo con su físico envidiable.

 En el cine Mexicano de los años cincuenta se hacía de todo. Había películas con un gran brillo y argumentos que desafiaban la imaginación como las que hizo Luis Buñuel, Roberto Gavaldón o Emilio Fernández y otras pensadas para atrapar al gran público cuyo único mérito era la participación de figuras relevantes.

Eran cintas muy sencillas en términos dramáticos, cuyos guiones permitían que los participantes, cantantes destacados, se lucieran con sus interpretaciones. Su valor radicaba en darles la oportunidad a las figuras protagonistas de interpretar sus canciones dentro de una ficción que relataba, la mayoría de las veces, una historia de amor y de revancha. Dos temas que estaban siempre presentes en la música popular latinoamericana y por ende llamaban mucho la atención.  

Jorge Negrete y Pedro Infante, fueron pioneros de este tipo de melodrama. Aunque ambos realizaron también cintas con un alto nivel de elaboración.

La música era lo más importante en estos “churros” que filmó el ídolo venezolano en México. Sadel cantó en todas las cintas que hizo. Resultaron más populares las que filmó en compañía de Miguel Aceves Mejías, quien tuvo un gran éxito, sobre todo luego de la desaparición física  de Jorge Negrete, en 1953 y Pedro Infante, en 1957.

Ambas muertes dieron lugar al posicionamiento de nuevas estrellas entre un público que buscaba sustituto para quienes habían sido por décadas los máximos ídolos de la canción ranchera.

El cine no fue en sí mismo un fin para el cantante venezolano, fue una plataforma y una oportunidad que supo aprovechar.

No obstante, el tiempo demostró que Sadel no se conformaba con ser una cara bonita de la gran pantalla. Su talento daba para mucho más,  él supo aprovecharlo.


Marilyn Monroe: más de 50 años de su muerte

 


Norma Jean Mortenson, quien se convirtió en Norma Jean Baker tuvo una vida que puede parecer envidiable y sin embargo estuvo llena de tanta fama y dinero como estrés emocional. ⁣

Sola, así era como se sentía, según sus cuadernos de notas encontrados luego de su muerte. Los estragos de una infancia dura y del abandono de su madre y su padre pesarian siempre en su vida emocional que fue caótica. Tuvo muchos amantes y mucha soledad, belleza y lujos, pero también descontrol y agonía espiritual. Esa sensación de desasosiego que no te deja sentir en calma con casi nada. ⁣

Pasó su infancia en hogares de acogida y orfanatos, ya que su madre, Gladys Pearl, una mujer soltera, no tenía los recursos necesarios para mantenerla. A los 16 no le fue difícil decidir si contraer matrimonio con su vecino James Dougherty, de 21 años, o seguir con su vida de huérfana. Se casó y consiguió empleo en una fábrica de radiotransmisores del ejército. Fue entonces cuando un fotógrafo de la armada le tomó unas fotografías que cambiarían su destino. ¿Para bien? ¿Para mal? Depende del cristal con que se mire.⁣
 
En 1947 pasó a llamarse Marilyn Monroe y comenzó su carrera cinematográfica en la película Dangerous Years.⁣⁣
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Marilyn tuvo, durante toda su vida, una imagen sensual que alimentaba y sin embargo al parecer muchas veces también quiso abandonar. Quería ser tomada en serio como una actriz real. Lograr el interés del público por algo más que sus atributos físicos. ⁣⁣
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No obstante, ella misma fue el principal obstáculo para que eso ocurriera. Desde que en 1953 fue portada de Playboy su historia ya se había escrito. Su voluptuosidad y belleza la hicieron más famosa que sus dotes interpretativos. Su imagen de rubia tonta y sensual se consolidó con su rol en Los caballeros las prefieren rubias (1953) una cinta dirigida por Howard Hawks. ⁣⁣
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Más tarde, mucho después de protagonizar algunas películas de Billy Wilder, se mudó a Nueva York, donde estudió bajo la tutela de Lee Strasberg, director en ese momento del ya famoso Actor’s Studio y seguidor del método teatral del ruso Konstantín Stanislavski. ⁣⁣
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Fue en ese momento de su vida en que conoció al escritor Arthur Miller, con quién terminaría casándose en 1956. ⁣⁣
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Marilyn intentó modificar su destino, pero una cadena de sucesos desafortunados y un sinfín de elecciones que la llevaron a vincularse con gran cantidad de hombres del espectáculo y la vida política, en lugar de fortalecer su carácter lo hicieron más débil. Conduciéndola directo a la tragedia que terminó con su vida en agosto de 1962.⁣⁣
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En 1961, un año antes de su muerte, estuvo recluida en un hospital psiquiátrico. Quería sanarse y encontrar en el amor propio todo aquello que jamás pudo obtener, a pesar del dinero, el glamour y la fama. Eso nunca pasó y más allá de los misterios sobre su muerte (si fue suicidio o asesinato) es fácil deducir que la principal responsable de su desequilibrio fue ella misma, incapaz de modificar su oscuro destino.⁣⁣


sábado, 6 de julio de 2024

Dolor y gloria de Pedro Almodóvar

 


Todos necesitamos volver al pasado. En él se ocultan nuestros deseos más relevantes, nuestro temperamento más vivo, lo mejor o lo más genuino de nuestro carácter. El pasado nos eleva por encima de nuestras circunstancias, nos permite ver con un ojo más crítico el camino que hemos transitado hasta convertirnos en lo que invariablemente hemos llegado a ser.

En Dolor y gloria, un Pedro Almodóvar de ficción y utópico, con otro nombre, pero con un gran parecido al de la realidad (según ha revelado en diversas entrevistas el personaje está basado en sí mismo) nos muestra los fantasmas de su pasado. Mediante ellos expresa un universo personal que también puede ser muy nuestro si tenemos la inteligencia de mirar bien.

En la cinta los personajes reflexionan sin proponérselo sobre la importancia del paso del tiempo y el modo en qué los acontecimientos que se nos presentan son capaces de cambiarnos, no solamente de forma externa, sobre todo internamente. Todo lo que nos pasa cuenta. Todo lo que hemos vivido nos marca y define de un modo en que ni uno mismo puede saberlo.

En esa fase inconsciente del autoconocimiento se centra Dolor y gloria. El filme es un psicoanálisis personal sobre esos personajes que marcan nuestras vidas para bien o para mal. El territorio de la infancia, nuestros padres, los primeros amores y amistades son fundamentales a la hora de crear nuestros archivos emocionales.

En el largometraje, tanto el espectador como los personajes, nos percatamos de ello a medida que la trama avanza y nos permite asistir a unas memorias que, aunque no tengan nada que ver con las propias, nos llevan a sentir de vuelta eso que dejamos en el camino antes de pisar el terreno de la adultez.

Almodóvar se cuestiona en voz alta y nos ayuda a escarbar en nuestros propios recuerdos.

La película tiene características que coinciden con el estilo peculiar del  director español: la escenografía, los colores, la iluminación, la estética Almodóvar.

Sin embargo,  no se asemeja al resto de sus cintas del todo.

Esta película, a diferencia de otras, es reflexiva, no hay secretos sórdidos que se revelen a la mitad, no hay estridencias ni situaciones disparatadas. Todo lo que en otras pudo haber sido motivo de ruido, en esta es silencio y contemplación. No hay extravagancias, por el contrario sus personajes se muestran reservados, como si guardasen su mundo interior para sí mismos.

La película transcurre ágilmente, pero hace bien su tarea de detenerse en aquellos aspectos que desea resaltar.

Su narración va del pasado al presente una y otra vez para integrar las piezas del rompecabezas que el personaje principal (interpretado por Antonio Banderas) intenta encajar.

Finalmente, se puede definir  Dolor y gloria más allá de una cinta biográfica, como un alegato sobre lo importante que es tomar en cuenta nuestro pasado para poder seguir adelante.

 

El extraño (1946)

 


Acababa de terminar la segunda guerra mundial cuando se estrenaba esta cinta sobre un nazi  que oculta su verdadera personalidad en un pequeño pueblo.

Al momento de su estreno quizás el tema del Holocausto no se había comprendido en su magnitud. Sin embargo, El Extraño de Orson Welles fue la primera cinta (o una de las primeras)  en hablar abiertamente de la tragedia que representó el nazismo.

Más allá de  su  relevancia histórica su planteamiento es universal. A fin de cuentas, extraños somos todos.

Extraño es el vecino que se cruza contigo en el ascensor. Extraño es tu jefe que se esconde en  su oficina para hablar por teléfono. Extraño es tu marido con quien compartes la cama, pero muchas veces no los pensamientos.

¿Qué te ocultan los que te rodean? ¿Cuánto sabes verdaderamente de ellos? Creemos conocer a los demás, pero en algunas ocasiones nos equivocamos. Esa angustia ante la sorpresa de descubrir que el otro no es lo que aparentó es lo que más genera consternación de la película.

La cinta dirigida  y protagonizada por Orson Welles dibuja el retrato de un extraño o más bien de todos. De aquellos que podemos ser debajo del disfraz que le ofrecemos muchas veces a los demás. La cinta utiliza elementos históricos reales (y trágicos) para contar una ficción que guarda muchas similitudes con la realidad incluso con la de nuestros tiempos.

En nuestra época se comenten crímenes en diversos lugares del mundo que generan gran impacto porque afectan la vida de miles. Debido a esto no resulta difícil imaginar en el futuro cercano a los hombres y mujeres culpables de esos crímenes ocultándose como el personaje de Orson Welles. 
El extraño es un ejemplo perfecto de como el buen cine no tiene nada que ver con las tendencias y las modas. Lo moderno no viene dado por el año en que se haya producido una obra. La modernidad y pertinenecia de una película  está relacionada con la forma en que ha sido realizada, con sus ideas, con sus elecciones.

Los planteamientos de El Extraño están tan vigentes que cuando la estamos viendo olvidamos que fue estrenada en 1946,  hace más de 60 años.

Este thriller recorre un camino que no sorprende (en nuestra época ya hemos visto un sinfín de historias similares), pero que  nos  brinda una perspectiva veraz de la psicología de los personajes. 

Éstos se muestran ante el espectador sin las máscaras que le ofrecen a quienes les rodean. Desnudos frente a la cámara podremos evidenciar sus miserias y conflictos interiores. Se manifiestan para ser juzgados bajo nuestra lupa, somos los únicos con el poder de entenderlo todo desde el principio. Tambien de dudar y de sacar nuestras propias  conclusiones.

La cinta no se hace pesada o lenta, más bien podría decirse que es dinámica. La dirección de Orson Wells se asemeja mucho a la de Alfred Hitchcock en películas  como Recuerda (1945) o  La sombra de una duda (1943), cintas  llenas de misterio y tensión hasta el final.

Las actuaciones de Edward G. Robinson, Loretta Young, el propio Wells y el resto del elenco correctas y veraces de principio a fin.

La maldición de Sharon Tate (2019)

 


Sharon Tate fue asesinada en 1969. A partir de ese momento su figura comenzó a relacionarse con situaciones sórdidas que han atraído el morbo de mucha gente. Esta película de Daniel Farrands es uno de los últimos intentos por sacar provecho del asesinato de la actriz norteamericana acaecido en circunstancias trágicas.

Siempre me ha parecido una pérdida de tiempo hablar de las películas que no me gustan. Sin embargo, si aguanté estoicamente el tiempo que dura La maldición de Sharon Tate fue precisamente para poder advertir sobre sus intenciones espurias.

Esta película usa el nombre y la historia real de Sharon Tate para generar polémica y así llevar al público a las salas de cine. Utiliza un hecho doloroso para inventar situaciones que tergiversan la realidad valiéndose incluso de videos originales de la vida de la actriz.

La película protagonizada por Hilary Duff en el rol de Sharon Tate es una cinta de terror que recrea circunstancias imaginadas por Daniel Farrands en base a los hechos reales que marcaron los últimos días de la que también fue musa y esposa de Román Polanski.

Es precisamente eso lo que me genera más indignación: el uso de un hecho trágico de la vida real para filmar una película donde los inventos y las fantasías están a la orden del día.

La muerte de Sharon Tate fue espantosa, los detalles de su asesinato escabrosos. ¿Con qué sentido de la ética Daniel Farrands no solamente los recrea, también pretende darles un cariz fantasioso que distorsiona el relato de lo que en realidad ocurrió?

La cinta no pretende ser rigurosa, por el contrario, inicia un juego de imaginación sobre lo que el director (y también guionista) supone aconteció ese día. 

Claro que éste añade diálogos grandilocuentes sobre la trascendencia de la vida, las premoniciones y el destino. Pone a los personajes (todos asesinados en esa horrenda noche de agosto en 1969) a divagar sobre el poder de adivinar lo que puede pasarnos. “¿Se puede cambiar el destino?” Se preguntan a cada segundo los personajes que obviamente jamás tuvieron la oportunidad de cambiar el suyo en la vida real.

“Es muy fácil ser entrenador después del partido” se dice por ahí. Esa frase le va muy bien al señor Farrands quien a la vista de los hechos conocidos por todos quiere tomar el papel de filósofo o visionario en su película que juega con el dolor real de las víctimas.

Además de oportunista, La maldición de Sharon Tate posee una producción precaria. Como ya mencioné sus diálogos son mediocres y poco convincentes. Su argumento una calamidad, sobre todo después de la primera hora del filme, cuando ya comienzas a percibir lo que se viene.

La actuación de Hilary Duff tampoco ayuda, la joven actriz está floja en este rol. Ella no añade nada particularmente valioso a la historia. Siendo un poco frívola también me atrevo a decir que su belleza (porque Duff es una actriz hermosa) nunca se compara a la de la difunta Sharon Tate quien realmente era una mujer deslumbrante.

La maldición de Sharon Tate es uno de los peores bodrios que se han filmado en los últimos años y una película inmoral y poco ética porque banaliza la muerte real de un grupo de personas. Lo único que da miedo de esta cinta son los alcances de algunos realizadores como Farrands para conseguir notoriedad.