Sicario de José Novoa fue estrenada hace más de 20 años
A pesar del gran éxito de taquilla y de las críticas favorables —ganó
más de 25 premios internacionales—, Sicario (1994) de José Novoa fue
calificada por algunos como un filme sensacionalista, que explotaba un
tema sensible exagerándolo hasta hacer de él un show.
Hubo incluso quien acusó al director uruguayo, residenciado
en Venezuela, de querer propagar una imagen negativa de Colombia: “Decir
las cosas como son es el primer gran paso para resolverlas. No quisiera
cargar con la responsabilidad de una mala imagen y esa no fue nunca mi
intención, porque respeto mucho a Colombia”, dijo en su defensa en una
entrevista para El Tiempo, en diciembre de 1994.
El tema de la violencia en América Latina es un lugar común,
un camino muy recorrido por gran cantidad de creadores. Es natural que
así sea. El cine y las distintas formas del arte en general, retratan la
realidad circundante, además de la imaginada o soñada. Si vivimos cerca
de la violencia y la miseria, es apenas lógico que estos sean temas que
se trasladen al desarrollo de elementos artísticos (cine, música,
literatura), debido a la necesidad de comprenderlos, exponerlos y
confrontarlos. Sin embargo, más que el tema en sí es importante el
tratamiento que se le da, y en la película se presenta la violencia,
quizás no exagerándola, como se dijo en aquel momento, pero sí llevando
el relato en ocasiones por el camino de la sordidez.
Sicario de José Novoa fue estrenada hace más de 20 años
Esta película filmada en Caracas, aunque ambientada en Medellín,
desde su primera escena, presenta lo que será su tema fundamental: la
violencia como cotidianidad de los que habitan en los lugares más
pobres, la muerte como destino casi inequívoco de aquellos que emprenden
una carrera delincuencial suicida en la paradoja por querer
sobrevivir.
Violencia sin nacionalidad
A José Novoa le llamaba la atención el tema de la violencia en
Latinoamérica. En una entrevista comentó que ese interés suyo fue el
motivo de la elección de la temática de su película. Al director no le
interesaba realizar una cinta sobre la realidad colombiana, más bien
buscaba encarnar en esa zona geográfica una circunstancia universal: “el
cine es un hecho internacional y no depende del país de donde eres o
vives.
Esta es una película que trata el tema de los jóvenes de
América Latina, los jóvenes que viven una realidad muy difícil. Siempre
quise hacer algo sobre este tema, y estudiando y viendo cosas, un día me
tropecé con un artículo en el que veo un situación llevada al extremo
que era la de Colombia y, comparándola con una realidad que vivimos en
Venezuela, que está muy cerca de vivir una experiencia similar, nos
planteamos hacer un testimonio y una advertencia” afirmó en entrevista
para El tiempo en 1994.
La cinta nos cuenta la vida breve de Jairo (Laureano Olivares), un
muchacho de barrio que al no encontrar más opciones comienza a
involucrarse en la delincuencia hasta terminar convirtiéndose en
sicario.
El mejor logro de la película es la precisión de sus diálogos y los
detalles que David Suárez, guionista del largometraje, supo plasmar en
la historia para darle mayor profundidad.
Puede percibirse que hay un trabajo de investigación en el empeño de
mostrar cada una de las “rutinas” y “entrenamientos” a los que son
sometidos los muchachos que ingresan a esta clase de vida. Sin embargo,
la puesta en escena de estos “detalles” se malogra en ocasiones, debido a
muchas actuaciones flojas.
La mayoría de los actores que interpretan a los sicarios, a excepción
de Laureano Olivares, no logran siquiera recitar sus diálogos con un
mínimo de convicción, desplomando ocasionalmente el dramatismo que se le
quiso dar a la cinta.
“A esta ciudad le tengo rabia, me gustaría incendiarla”, se
dice en la película donde se muestra con claridad que arderá en llamas,
Bogotá, Caracas o cualquier lugar del mundo donde se intente tapar el
sol con un dedo.
También actúan: Gledys Ibarra, Pedro Lander, Eva Mondolfi, William Moreno, Alfredo Medina, Alberto Rowinsky.
Publicado originalmente en Desde La Plaza
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