Los
prejuicios raciales están pasados de moda, sé que siguen siendo un
problema, pero todo lo que tiene que ver con ellos ya se ha contado y
planteado en la ficción desde un millón de perspectivas diferentes. Sin
embargo, podría decirse que en América Latina hay muy pocas historias de
amor televisivas donde la pareja principal es interracial.
En
Devuélveme la vida (2024), la base de la historia se sustenta en el
viejo tópico de los prejuicios raciales. En esta serie (¿o telenovela?)
de más de cincuenta capítulos, el amor entre negros y blancos es el
dilema fundamental. Además de todos los problemas sociales que están
relacionados con diferencias culturales y raciales.
A través del relato central se construyen un sinfín de historias sobre el odio, la segregación y otras formas de intolerancia.
Devuélveme
la vida, que tiene un título dramático y de telenovela radial de los
años cincuenta, entretiene en un alto nivel (sobre todo en sus primeros
capítulos) porque lo que se cuenta no es novedoso. A excepción del color
de piel de los protagonistas, la narración va en un sentido similar a
tantas otras historias de amor televisivas: obstáculos, villanos
malísimos, buenos tontos e infantiles, expertos en complicarse más la
propia vida que los malvados de la historia.
La ficción
entretiene quizás porque a veces ver algo conocido resulta placentero,
la falta de novedad también seduce. Sin embargo, esto no la exime de ser
cursi, absurda, a veces en niveles intolerables, y poco original, sobre
todo esto último. Aquí no pasa casi nada que ya no haya ocurrido en
otras ochenta mil historias de amor latinoamericanas.
Esta
ficción comienza en los años cincuenta y avanza en el tiempo, siguiendo
las distintas etapas de la vida de sus protagonistas. Negros y blancos
establecen vínculos marcados por la raza, las clases sociales, el amor y
el odio.
Aunque la
historia central tiene mucho que ver con el color de la piel,
afortunadamente no se queda en eso, la ambición, el deseo de poder, los
amores no correspondidos son temas universales que tienen mucho más
protagonismo.
Devuélveme la vida pretende ser equilibrada y
realista, pero también posee un millón de aspectos que solo con verlos
una vez sabes que no tienen nada que ver con la realidad.
Esto
tampoco es un gran defecto, toda ficción exagera, miente para convencer
al espectador. Lo importante es mentir bien. En Devuélveme la vida se
logra en unas ocasiones más que en otras.
Sin pretensiones
intelectuales, la producción de Caracol, disponible en Netflix, cumple.
Los actores, entre los que se encuentra el muy talentoso venezolano Luis
Gerónimo Abreu, hacen un trabajo formidable, siendo lo mejor de esta
producción.
A pesar de su precipitado final (parece que
necesitaban terminar y se les ocurrió de pronto acabar con la vida de
algunos personajes para resolver el desenlace) Devuélveme la vida, te
mantiene dentro de la historia, te invita a entender a los personajes (y
sus conductas muchas veces reprochables y risibles), te hace descubrir
un mundo absurdo, melodramático y un tanto estúpido, pero cercano.
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