La mirada de Sergio en “Memorias del subdesarrollo” (1968), de Tomás Gutiérrez Alea, quizás es chocante. No me queda claro si los realizadores de la película quisieron ironizar con el personaje: un burgués que observa el subdesarrollo en la Cuba de los años sesenta, pero lo que sí es verdad es que, con el paso del tiempo, la cinta no ha hecho otra cosa que revitalizarse.
Todo el que viva en un país subdesarrollado y quiera progreso puede sentirse identificado con el personaje interpretado por Sergio Corrieri, quien irónicamente fue funcionario de la revolución cubana durante casi toda su vida. Irónicamente porque este hombre al que interpretó en pantalla y que lo ayudó a ganarse el reconocimiento internacional no es para nada el prototipo de funcionario público de una isla del Caribe.
El Sergio de la película, basada en la novela homónima de Edmundo Desnoes, observa y cuestiona la realidad para hacernos participes de su visión sobre América Latina, lo que ha sido su vida y de que forma el ser parte de una sociedad subdesarrollada le ha influido.
"Todos los que me querían y estuvieron jodiendo hasta el último minuto se fueron", escribe Sergio al inicio de la película antes de manifestar su decisión de plasmar sus ideas en un libro. Lo que veremos a continuación serán sus notas sobre el mundo que ahora le acompaña. Lo que va quedando de lo que hasta ahora ha conocido como su vida.
Su esposa y amigos se han ido de Cuba, él no. La revolución cubana está comenzando y decide quedarse a ver cómo será el futuro en la isla o más bien cómo se desarrolla un presente que se muestra confuso e incluso absurdo.
"Muy cómodo eso de ser comunista y millonario en París", dice el protagonista mientras observa la ciudad con un telescopio y se detiene en un monumento incompleto. En las escenas siguientes, el personaje recorre la isla. La realidad no queda nunca bien parada mientras recuerda el pasado y trata de definir su presente.
Las relaciones con las mujeres de su vida también son parte de sus disertaciones sobre la forma subdesarrollada de voncularse que existe en América Latina. Las del pasado y las del presente. Subdesarrollo, subdesarrollado, son dos palabras que escucharemos muy seguido en la película.
Al ver “Memorias del subdesarrollo” en esta época es fácil entender el valor de una película que no envejece. Sobre todo, si vives en un país de América Latina, donde la ideología de la mayoría está muy salpicada de esa forma de entender el mundo o mejor dicho de limitarlo.
Si algo está claro en la cinta es que el subdesarrollo limita la vida, evita el progreso y todo lo que trae consigo. Va más allá de una postura política, es la negación de las oportunidades, de la felicidad entendida como la posibilidad de satisfacer mucho más que las necesidades básicas con total libertad.
La cinta que intenta cuestionar también a Sergio, al descubrirlo como un sujeto al margen de la sociedad que desprecia, con el paso del tiempo le ha dado la razón: el subdesarrollo te hunde. En él no hay felicidad ni libertad.
De todo eso habla el largometraje, incluso, sin querer expone planteamientos que hoy en día parecen más claros que en aquellos años donde todavía había una promesa de futuro. Un sueño por cumplir encarnado en una revolución que nunca llegó a ser lo que se esperaba.
@cluisaugueto
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